viernes, 14 de febrero de 2014

One Shot-She is so Sweet-Primera Parte-

Ella es tan Dulce

-Primera Parte-

—Entre.

El asunto no pintaba nada bien, Miley fue empujada dentro de la celda junto con un muy enojado Nick, una furiosa e incrédula amiga y una bellísima rubia con el cabello repleto de pólvora y los ojos tan filosos que parecían dos dagas.

Y todos los presentes estaban furiosos con ella, todos.

¡Diablos, si hasta podía cortar la tensión que se sentía aquí adentro con un dedo!

Su mirada se paseaba por la celda intentando ignorar las tres miradas sobre ella y las miradas que le lanzaban los que estaban desde las otras celdas.

Todas esas personas estaban furiosas con ella.

Carraspeo para pasar el nudo que oprimía su garganta y durante los segundos que siguieron de ese carraspeo llego otro, no podía pasar la saliva de los nervios que tenía así que carraspeaba constantemente.

Pero con discreción, pensó, bueno tampoco con tanta como quisiera, nadie hacia un maldito ruido en todo el lugar, a lo lejos se escuchaba el ajetreo de la gente y las alarmas o como quiera que se le llamen de los carros policiales.

Miro a Kate quien lucia su cabellera castaña ligeramente estropeada las mejillas llenas de pólvora manchando su cuerpo también con manchitas por aquí y por allá negras.

Sabía que ella no estaría mejor, incluso sabia que quizás estuviera peor a ella casi le explotaba de frente.

Su mirada recorrió las celdas cuando la mirada de Kate la fulmino.

Y otra vez se llevo otra sorpresa, la madre de Nicholas estaba frente a ella en la celda de enfrente con una mirada incrédula y curiosa.

Vaya, por fin alguien aparte de Frankie no quería matarla con su mirada.

Bueno Frankie no tenía muchos motivos como para querer darle un buen puntapié, él la había ayudado, que las cosas no salieran como tenía pensado, hizo una mueca al recordarlo, las cosas no habían salido en absoluto como había pensado.

Pensó preocupada y ligerísimamente divertida.

¡Diablos! Si pudiera ella misma se daría un golpe en las nalgas.

Casi suelta un gemido de dolor al recordar todo lo sucedido hacia una hora.

El taconeo sonó en los pasillos.

—Miley… ¿por qué no me sorprendes? Y me cuentas la tan buena escusa que tienes a todo esto.

Tenía de dos, decirlo todo y morir de vergüenza o fingir no saber nada del asunto, aun que muy probablemente todos los presentes la apuntaran con el dedo.

Casi había empezado a formarse una buena forma de explicarlo, incluyendo mentirillas tristes, bueno terriblemente tristes, si de esa forma lograba ablandar el corazón de la sheriff Mónica.

Pero gracias a Dios bendito ella le dio una salida más fácil.

—Sáquenla de la celda—le dijo a los oficiales—Hablaremos en mi oficina.

Al momento se escucharon las quejas de los presentes, la mayoría no sabía cómo había terminado ahí, lo que si sabían era que todo era culpa de esa mujer, con el cabello castaño alborotado y las mejillas, brazos y piernas llenas de betún de pastel y pólvora, casi sentía la pólvora en sus oídos.

—Tenemos derecho a escuchar su explicación—gritaron desde la celda del fondo.

—Es cierto—contribuyo otro con voz más profunda—Esa señorita nos metió aquí, así que lindura suéltalo.

—A la oficina—repitió.

Miley miro a Nicholas quien todavía se notaba visiblemente furioso.

Trago con fuerza y lo miro con aquellos ojos color celestes que imploraban como un cachorrito por un poco de cariño y comprensión mucha, mucha, muchísima compresión.

—Ni lo pienses—le gruño, cuando la miro—Ya hablaremos en privado.

Miley carraspeo nuevamente.

—Me sería mucho más fácil si vienes de una vez—le contesto— Es una historia terriblemente larga, Mónica—se volvió hacia ella, ambas se conocían desde los nueve años y aunque a Mónica siempre la sacaba de sus casillas sabia que en el fondo la quería—¿Podría venir Nick?

La quería y conocía su obsesión por Nick—agrego.

Mónica casi revienta de risa, cuando le habían contado la historia pero al mirar a Nick entrando en la delegación no había podido evitar encerrarse en su oficina y estallar en carcajadas durante más de quince minutos.

Qué gran vida la de Miley, era la nueva en el pueblo con apenas ocho años de edad, Nick jugaba futbol y era el capitán del equipo, Miley una niña con una cámara colgada del cuello unos relucientes ojos celeste que daba a todas luces la palabra, problemas.

Oh, pero él se pudo haber salvado de aquella flacucha si esta no hubiera resultado ser su vecina y haberla salvado de aquel accidente.

La misma iglesia, las mismas clases en la escuela, las madres eran amigas y por lo tanto ellos eran amigos.

Y aun después de todo eso ella y el mantenían una amistad normal, la cosa cambio cuando Miley  casi era arrollada con un enorme disfraz de chango, Nick la había empujado justo a tiempo y aunque quizás no le hubiera pasado nada grave más que un raspón ella hablo de él como si fuera un súper héroe.

Y Nick por su parte se sintió tan genial con la extraña adoración de Miley que incluso hasta estos tiempos a él parecía fascinarlo.

—Por favor—agrego Miley mirándola con esa carilla de inocente que ¡por dios! le salía bien incluso ya siendo una mujer.

Daban ganas de abrazarla y cumplirle sus caprichos como un bebito recién nacido.

Y claro, como siempre se salía con la suya.

—Saquen a Nick también.

No hacía falta formalidades en ese pueblo se conocían todos, casi todos, se corrigió Miley.

Mónica se coloco a un costado de Miley mientras que del otro lado se encontraba Nick.

—Mas te vale que sea buena—le gruño Nick —De lo contraria me veré obligado a hacer algo para que en verdad me encierren aquí.

No hablaba enserio, pensó Miley con una confianza  más allá de los cielos, Nick nunca le haría daño.

Miley se enfrasco en sus recuerdos mientras se dirigían a la oficina buscando una forma de resumir todo lo ocurrido hacía unas horas en minutos…


1 comentario: